Estas dos descalzadoras hace muchos años que las compré en un anticuario, estaban en muy mal estado, en su momento las destapicé, les quité las cuatro capas de pintura (negra, beis, roja y blanca) que llevaban encima, las desinsecté y comencé a trabajar con ellas tiñiendo la primera en un tono palisandro (ahí comenzó la pasión por el tono palisandro que años más tarde daría nombre al taller).
La verdad es que en el fondo algo no me acababa de convencer, por eso nunca las llegué a terminar, así es que después de dejarlas aparcadas durante muuuucho tiempo, decidí retomarlas, pero esta vez haciendo con ellas algo totalmente diferente de lo que en su día pensé.
Aquí está el resultado.
Se han pintado con una pintura acrílica (como siempre reversible) en tono piedra, no se ha dado en este caso imprimación.
Después de pintar hemos comenzado a tapizar, primero el asiento y después el respaldo.
Ya solo queda acabar la segunda butaquita y cuando esté lista, os prometo foto en su ubicación definitiva.
Trabajo realizado por Lucía y Ana.
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