domingo, 16 de junio de 2013

LOS BRAZOS DEL ARLEQUÍN

El arlequín está triste, está triste porque ha perdido sus brazos y con ellos su universo de sueños se ha esfumado. Su mirada es triste, melancólica y por su mejilla se desliza una lágrima que dejará un pequeño surco negro.  Ya no podrá nunca hacer sus volantines, ya no podrá nunca tocar su guitarra...



El origen de Arlequín está en Hellekin o Helle-kin que era un reflejo diablesco del dios Odín (padre de todos en la mitología escandinava). Era el personaje principal y satánico del Car-navalis o Carrus-navalis de las fiestas del equinoccio de primavera, fiestas que duraron hasta el siglo XIII en Flandes y Alemania. En ellas se recordaba las entradas de los vikingos.



Esta pieza en el traslado a su lugar definitivo se rompió un brazo por tres partes, se rompió el hombro en su unión con el cuerpo, el brazo a la altura del codo y también los dedos de la mano.


Le desmontamos los dos brazos para poder tener un modelo a seguir en la reconstrucción y nos los llevamos  al taller.


La pieza está realizada en resina sobre un armazón de metal, un alambre muy grueso y muy resistente que por cierto, también había que enderezar ya que se había desplazado y se había salido de su sitio.
Esa tarea fue la más trabajosa, ya que el armazón de alambre al enderezarlo, podía rompernos todo el brazo. Con un par de alicates conseguimos nuevamente llevarlo al sitio y darle la forma adecuada, pegamos una pequeñísima pieza que se soltó del alambre en nuestra manipulación y comenzamos a reconstruir.



En estas imágenes podemos apreciar la reconstrucción del hombro, mano y masillado de la parte central del brazo.
Este proceso se realizó en dos fases, en la primera masillamos dando un poco de forma, pero sin marcar los dedos (las imágenes de esa etapa las buscaré para subirlas) y en la segunda, vamos rebajando la epoxi para ir afinando la mano, marcando los dedos y sus puntas y afinando y suavizando en general todos los contornos.
De esta manera, hemos llegado a reconstruir perfectamente todo el brazo, ya solo nos queda pintarlo y patinarlo.
Este proceso lo hacemos con pinturas acrílicas, mezclando  colores hasta obtener el tono deseado.
Y este es el resultado.


Ya solo nos queda dar la pátina y perforar el orificio donde irá el tornillo que lo une al cuerpo. Este proceso es sumamente delicado, puesto que si no actuamos con suma delicadeza, corremos el riesgo de romper nuevamente el hombro.
Este trabajo ha sido realizado por  Lucía y Ana y también forma parte de ese proyecto del que desde hace algún tiempo os vengo comentando.

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